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Cráneo #163: Zeuxis Vargas Álvarez

13 Dic

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Zeuxis Vargas (Quetame, Colombia, 1981)

Licenciado en Psicología y Pedagogía de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Sus trabajos han sido publicados en varias revistas culturales tanto fuera como dentro del país. Algunas de esas publicaciones son las siguientes: Las cosas que aprendí; libro de poemas, editorial Seshat 2016. Fabulistas de la intimidad; Revista Quimera de España. Raúl Gómez Jattin, La poesía como necesidad; Ensayo. Revista Rara-Avis de la Universidad Pedagógica Nacional. Mitológicas; Revista Asterión de Barranquilla. Diatriba contra Rilke; Portal Renata del Ministerio de Cultura. Fue participante del taller de poesía y cuento “Ciudad de Bogotá” 2010. Además, fue Colaborador y escritor en la antología “Primera visión de autores cundinamarqueses”. Secretaría de cultura de Cundinamarca. Diciembre de 2001. Autor de las cartillas: Los mártires también son héroes (módulos maestro y estudiante), ofrecidas e implementadas en los 8 colegios de la localidad de Mártires- Alcaldía mayor de Bogotá D.C. 2011, Colombia. Creador del Ambiente de aprendizaje Idipron para la planeación del 2014 en la Unidad de protección integral La Rioja – Idipron. Otros trabajos suyos han figurado en diversos portales de poesía y cultura tales como: Los fabulistas de la intimidad: los auténticos extraviados; About poesía en español, Estados Unidos, 2013. Selección de poemas Aridez; Entremares Magazine, Alemania 2014. Selección de poemas; revista virtual Crear para leer; dirigida por la escritora argentina Marta Roldán. Artículos de reflexión pedagógica; página del movimiento humanista: paz, fuerza y alegría dirigida por Enrique Amigo, Chile.Por último, el poeta ha sido catalogado en el centro virtual de la biblioteca University Harvard y en la OEI. Actualmente se encuentra realizando difusión de su primer poemario “Las cosas que aprendí”, publicado por la editorial Seshat.



DESOLLANDO EL LLANTO

Yo que tengo por costumbre esta manía,

esta verborrea pegada

como cuero roto entre los labios,

yo que grito y berreo

hasta ponerme hinchado el corazón

y los puños morados

de tanto darle a nada y resentido.

Yo que me levanto a veces

con cierta repugnancia

arrinconada y susurrando,

tengo que decir,

que no es veneno lo que pasa

sino un sabor originario

que a veces nos pone a todos

de luto hasta los sueños.

Esto de tener que vivir como saliendo a escena

(como porfiando viento,

muecas de fastidio entre los ojos),

es apenas un motivo

para echarle fuego hasta la sombra.

La vaina sencilla de levantarme con fastidio,

de saber que vuelvo al ruedo aniquilando quejas

tiene cierta insistencia de aguja

punzado la carne

o cualquier cosa que posibilite un grito.

Es que crecer, de pronto,

con el olor de la sangre a ras de aliento

es como ponerse a recordar

lo echado a perder entre los sueños.

Que lo serio es esto;

ponerse a vivir como si fuera cierto.

Llevar del pescuezo y a rastras,

la sonrisa de hipócrita al trabajo,

ponerse a hacer familia;

abultar con cansancio las rutinas,

llegar como despierto hasta un domingo;

ponerse a mirar los días

como si fueran diplomas colgados en el pecho

y llorar, hasta reventar la sombra

como pompa de jabón entre los dedos.

Es que gritar así no lleva a cuento

sino a meras certezas de cuchillo.

Es esa rasquiña,

esa esquirla poniendo rojo el desespero.

Yo tengo esta manía,

este desagrado hacia el reloj de las esquinas,

esta gana de bajarme del mundo para siempre,

de ponerle tarjeta de vencido

a la mueca de amor que me vendieron.

Es que cargar de pronto

con tanto lío de silencios

perpetrando ciertas decepciones,

con el capricho de saludar amigos

y encontrar sorpresas como si fueran rostros,

le vuelve arisca el alma a uno,

le carga con fastidio las cobijas.

Yo tengo desgarrado algo

que se me sale, a veces, a maldecir los días;

la sensación de no hallarme,

la negación del tiempo

haciendo estragos en mis huesos.

Es que uno, a veces,

se levanta muerto

rajado a la mitad,

apenas floreciendo monotonías

y bostezando hastíos.

Es que uno, a veces,

se echa a podrirse

encima de contritos desalientos,

se nos eriza el compungido

o una gana de rompernos las entrañas

nos pone a mirar cualquier soledad con odio

hasta estallar lamentos.

Es que a veces, yo, como cualquiera,

enervado con ciertas cosas

que le sacan filo a la tristeza

me pongo en el oficio

de desollar el llanto.

 

 

 

 

 

 

 

 

ESCRIBIR
Registrar el universo por el respaldo,
acumular todos los datos posibles
de la harija y la pátina,
preparar el informe
de las imágenes que nunca existieron
y pensar que se inventa.
Sortear la pena de no crear,
producir siluetas enteramente echadas a perder,
dejar que un texto muera sin lector inventado
y soñar que el viento puede descifrar el amor.
Dejar versos en la espalda de un muerto,
dejar caer una letra como si fuera una porcelana
y sentir en un cuerpo dormido
el calor de la ternura.
Vivir los días creciendo o casi consumiendo,
acumularlos para la fecha festiva de las márgenes
y oír que tienen nombre,
que se van llenando de fantasmas.
Construir un propósito al levantarse
para poder caminar seguro del suelo.
Sospechar que hace falta algo
para que sea completo el humano
que dejamos de acicalar en el baño.
Concentrar entre los ojos una promesa,
dar por sentada toda la experiencia
y saber que está vacío, todavía,
el gesto para sonreírle algún día a los recuerdos.
Escribir,
escribir hasta que comencemos
a aparecer entre las cosas.

 

 

 

 

 

 

ODISEA

Hablar desde lejos

como si ya fuéramos ausencia.

Declarar con las palabras

el abandono

que dejarán las cosas en nosotros.

Destejer este poema

como si de verdad fuéramos Penélope.

 
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Publicado por en diciembre 13, 2016 en Colombia, Cráneos, Poetas de los 80's

 

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