RSS
Imagen

Cráneo #187: Ingrid Bringas

Cráneo #187: Ingrid Bringas

 

Ingrid Bringas (Monterrey, N.L, México, 1985) 

Colabora en diversas revistas de poesía nacionales e internacionales. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés y portugués. Es autora de La Edad de los Salvajes (Editorial Montea, 2015), Jardín Botánico (Abismos Casa editorial, 2016) y Nostalgia de la luz (UANL, 2016)



Imagen

Debajo de la piel, la enfermedad de otros, el azogue turbio
la imagen del cuerpo
morir de amor natural

Morir de muerte natural para satisfacer a los otros
para no causar pena
el deseo exasperado de agradar al otro como instinto

El deseo como condición
la muerte como imagen y condición de lo excéntrico
la dermis guarda un rostro de una fisonomía dormida

Solo ríe de noche
hay que tener paciencia la vida es un simulacro que maldice al que no tiene amigos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Otras naturalezas muertas

Todo puede ser naturaleza muerta,
el niño sin ojos,
la fruta,
una coca cola de dieta.

 

 

 

 

 

 

 

 

La fábula del deseo

No se consuela a un hombre antes de su muerte
dos de cada diez hombres mueren en la soledad
nueve de cada diez hombres mueren rodeados de flores
algunos mueren en su propio jardín
otros en su propio excremento.

 

Etiquetas: , ,

Cráneo #186: Michael Santana

michael

 



 

Michael Santana (Otavalo, Ecuador, 1996)

Actualmente se encuentra cursando el cuarto semestre en la carrera de Artes Literarias en la “Universidad de las Artes” de Guayaquil. En el periodo 2011-2014 participó  los elencos de danza y teatro de la “Escuela municipal de las artes” en Otavalo. Organizador de la lectura poética “Kikayta Witzachi” en Guayaquil. Finalmente participó en el primer recital poético generacional organizado por el colegio “República del Ecuador” Otavalo a finales del 2016 y asistió como poeta invitado al festival internacional “Poesía en paralelo cero” en su edición 2017.



 

VIII

 

Lo que más le duele a Tañán es que la está olvidando

como a la Lunática

halladora de un pocotón de cartas

y una metáfora que nunca vivieron

la está olvidando

y no hay frenos

como a la jinete otoñal

la celeste Mantis religiosa

sin bocado

la está olvidando

como a la churona y caoba

Valdivia

puente de tantas estrellas.

Tañán la está olvidando

y no hay mocos en su pluma,

con tres mililímetros de historias

a cuestas

fisuró las piedras

costillas.

El líquido se ha corrido

no hay frenos

huele a tarde y a fundas de golosinas

es cuestión de días

para que sea apenas

un frío escaparate del aliento

escaparate de lomo fino

en la sala curtida

carne cruda

Como si no supiera que hay mañana

cada mañana

le duele por encima de cualquier río

dar cada media noche

un paso en contra del contradestino

Huele a verde

no con café

huele a verde magulladura

derrumbe de una llaga

antes flor en la caja de la memoria.

Soy Tañán estoy aquí

con las manos y el guacho

llenos de mierda

arena

no me falta nada

puedo ya

llorar en segunda

meter marchas

aflojar la muñeca

sollozar en do menor

escaparate

en este desvelo de la tarde

apuñala recorrerte

hacerte sonido de nunca

escaparate

advertirte círculo

hecho viruta

echarte al cosmos de la carne

escaparate

Lo que me más me duele es que te estoy olvidando

y no hay frenos

Olvidando como a la pájara despechada

de mi primer verano.

 

 

I

Niño con patillas

salpicadas de orión

se encienden mechas al fondo

de sus pupilas

son todos los maestros

en un mar-padeo.

Huele a agüita de florida y comino molido

Él pregunta:

¿Por qué se quiebran las pieles de las piedras azules

si aún el cielo huele a vino?

pedazo de pluma

echado al mar

clavo que fecunda el otro lado

corren pulgas por sus hombros

en pan de oro se escuchan sus sollozos

ignora que está muerto

por eso parece

alguna estrella

Él pregunta:

¿Y el sol?

Pumpum

Pumpum

Pumpum

 

 

II

 

Cuenta la leyenda

Que corrían los soles tomados de la mano

dábanle tiempo a sus colonias

girando

inhalaban las piedras a su paso

las sienes

las vísceras

las estiraban

casi las mezclaban con el cielo

su estela dirigía los ríos y las tumbas

hasta al violento acto

del florecer de una rosa

Los soles

tentaban a las tierras

mojando todas las mejillas

por las noches

robaron las cometas, las nubes, los poemas

todo el aparataje eterno

A cambio nos dejaron

varias lunas farsas

manojos de besos repartidos

y

un papelote que decía

en forma de constelación

memoria.

 

Etiquetas: , ,

Cráneo #185: Alexis Cuzme

 

cuzme

 



 

Alexis Cuzme (Manta, Ecuador, 1980)

Escribe y colabora con publicaciones periódicas, ecuatorianas y del extranjero, en temas relacionados a cine, teatro, música, literatura y edición. Editor del sello editorial Marfuz y del fanzine metal literario del mismo nombre. Sus más recientes publicaciones son Moshpit (ensayo, 2013) Rituales del ego (poesía, 2016) Periodismo y activismo metalero (entrevistas, 2016) y La ruina del vientre sacudido (poesía, 2017). http://alexis-cuzme.blogspot.com/



 

7

Sigo mirando la pared que no se mueve.
Escuchando la pared de susurros que no entiendo.
Golpeando la pared que no libera.
Pateando la pared que se empeña en sepultarme.

Pensando, incendiándome en supuestos,
inventando realidades dentro de la oscuridad,
jurándome giros, estallidos de salvedad,
diciéndome que cambiaré,
que la putrefacción del espacio no despellejará
las huellas de un recorrido en estampida.

Florece la ruina dentro del vientre sacudido.

 

 

 

 

 

 

 

 

11

Hoy todo es pasado: mermelada corriendo sobre mis ojos,
empalagosa y mortecina mermelada del ayer:
en ella mis padres siguen disputándose un amor moribundo
abriendo tajos en la casa y en sus hijos,
violando sus pactos, desperdigando secretos,
lacerándose en sus sentencias los maquillajes inamovibles de años.

Mis padres,
¿qué será de ellos?
¿habrán juntado sus manos
o por lo menos cumplido el rito programado
de verse morir frente a frente?

Mis padres: sangre y fatalidad.
Hijos y necesidades.
Casa y calamidad.

Mis padres,
ofertando su salud para salvarse de ellos mismos:
alcantarillas rebosadas de ira,
pantanos repletos de maldad.

Enfermos de un amor descompuesto
que nunca pudieron sacar de casa.

 

 

 

 

 

 

 

 

17

No hinques mis ojos, niño del delirio
no mis ojos ansiosos de luz.
Mis ojos testigos de la rumba necrótica de la noche.

No, niño desconocido y salvaje,
duerme, que la oscuridad te arrulle,
piensa en tu madre, abraza a lo que fue tu padre,
conversa con lo que fue tu hermano,
todos aquí necesitamos la fuga.

No hinques mis ojos, niño de sangre y lodo.
Entrégate a un rincón y juega con tus delirios.

 

Etiquetas: , ,

Cráneo# 184: Luis Reynaldo Pérez

perez

 



 

Luis Reynaldo Pérez (Santo Domingo,  República Dominicana, 1980)

Poeta, editor, gestor cultural y curador de arte dominicano. Tiene estudios (inconclusos) de Relaciones Públicas, Periodismo, Letras y Educación. Ha cursado diplomados en instituciones nacionales y extranjeras en las áreas de Gestión y Programación Cultural, Periodismo Cultural, Guion Audiovisual, Community Manager, Fotografía, Curaduría de Arte y Publicidad Objetiva.

Ha publicado la plaqué Poemas para ser leídos bajo la lluvia en Esto no es una antología: Palabras que sangran (Santo Domingo: Ediciones Ferilibro, 2012); los poemarios Temblor de lunas (Santo Domingo: Ediciones de Cultura, 2012, edición bilingüe español-japonés; Editorial El Barco Ebrio, Madrid, 2012, edición en ebook; Cochabamba, Bolivia/Bagnères-de-Luchon, Francia: Babel Cartonera, 2014, edición bilingüe español-francés); Toda la luz (Santo Domingo: Luna Insomne Editores, 2013, ebook); Urbania (Santo Domingo: Editorial Funglode, 2013), Dolor que maúlla (Santo Domingo: Luna Insomne Editores, 2014); Ciudad que alucino (Madrid: Amargord Ediciones; 2016); y los libros para niños Lunario (Santo Domingo: Alfaguara, 2014) y Día de lluvia (Santo Domingo: loqueleo, 2017). Compiló las antologías Material inflamable: 30 poetas dominicanos del siglo XXI (Santo Domingo: Editora Nacional, 2014); Sobre un costado del planeta: muestra de poesía dominicana 1970-1990 (Ciudad de Guatemala: Catafixia Editorial, 2015) y El futuro es ahora: 15 poetas dominicanos (1991-2012) (México: Revista Punto en línea # 67 (UNAM), 2017).

Su trabajo literario y cultural ha merecido los siguientes reconocimientos: Gran Premio del Concurso de Minicuentos “Las Dos Orillas”, 2014, con Fumar bajo la lluvia; Primera Mención del Concurso de Minicuentos “Las Dos Orillas”, 2014, con A primera vista; Finalista al Premio Nacional a la Excelencia Juvenil Juan Pablo Duarte 2014 en el renglón Desarrollo Cultural en representación del Distrito Nacional; Premio único del Premio Funglode de Poesía Pedro Mir 2012, con Urbania; Premio único del I Concurso Nacional de Haikú 2011, con Temblor de luna; Mención de honor en poesía en el Certamen Nacional para Talleristas 2012, con La dulce herida de estar vivos; Mención de honor en cuento en el Certamen Nacional para Talleristas 2011, con A la altura de la circunstancia; Mención de honor en el Certamen de Poesía Heptagrama 2010, con Tríptico.



Oración para un dios solitario

 

1

Señor del cieno y la tormenta,
hacedor de la savia y el viento
aquí está tu hijo —migaja, gota, grano de arena—
con la lengua en un solo temblor,
con los dedos hechos latidos.

Aquí está tu hijo señor
murmuración de palabras,
indefensa imperfección bajo la lluvia.

Aquí estoy apenas una serena multitud de defectos
frente a ti señor del trueno y los lirios,
camuflado oración vengo hasta tus pies
como una leve semilla rodando horizontes dispersos en la nada,
brote de hojas sobre la roca,
mínima palabra de raíces y puñales.

 

2

Tuya es mi voz, Señor,
voz de alas y arena,
voz que callada te llama:
agua con memoria que recorre serena el cauce.

Tuyas mis manos, Señor
que buscan asirse a la oquedad de tu nombre,
a la blanquísima estela de tu cuerpo.

Tuyos mis ojos, Señor,
que han visto la sangre derramarse en el vientre de hojas de la noche,
la misma sangre que recorre los muslos de lumbre
de las niñas sacrificadas en tu nombre.
Los mismos ojos señor
que buscan tu rostro barbado de luciérnagas
que como carbones ardientes traspasan tu faz.

Tuyos mis pies, Señor,
que descalzos huyen de la muerte
pisoteando la triste flor de llanto que reposa sumisa sobre el lodo.

Tuyo mi cuerpo señor,
parcela de melancolía que será colonia de gusanos,
jardín de tristes margaritas,
fantasma desandado entre musgo y semillas.
Mi cuerpo señor, rebelión de sangre y palabra,
marabunta de sueños que se levanta cada sol
a repasar incendios y desalientos.
Mi cuerpo señor hechura de tus manos,
soplo de tu boca sobre los días,
colisión de vida que anda las horas.

 

3

Aquí estoy señor de rebato y sangre
con la frente sembrada de flores,
con los puños repletos de nombres,
con mis ojos mirando tus ojos
—avergonzado de muerte bajas la mirada—
para decirte que me apiado de tu soledad
—de peces marchitos,
de pájaros ahogados en el viento,
de rosas natimuertas en la inmensidad del tiempo—,
que compadezco tu soledad de animal herido
que se pudre bajo los soles
y por eso estas palabras —clavos, espinas, lanzas—
son una oración para acompañarte
—en tu soledad de barco a la deriva,
de ruina que se estrella con la nada—
a ti, al ser más solo del universo:
niño abandonado que trashuma,
vagabundo de estrellas y sueños,
por los siglos de los siglos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Origen

¿De dónde he nacido?
Acaso del agua rota de estrellas
o del leve graznido de los pájaros tibios.

Yo, aterido de ráfagas, tal vez provenga
de esa masa agujereada de peces que es la noche.

He nacido del vagido de las olas
cuando chocan con los muslos pardos del atardecer.

Desde el cieno he venido con los huesos del viento colgado en los pómulos,
desde el cieno he salido: arboladura de estraza rompiendo soles:
soy escamas de nubes que parpadean en la cintura del cielo.

 

 

 

 

 

 

 

 

Vital

Para el árbol, la medida del tiempo
son las hojas caídas.

Para el pájaro, la medida del tiempo
son los cielos surcados.

En cambio, el hombre mide el tiempo en nombres
que, vacíos, ruedan en la memoria.

 

 

Etiquetas: , ,

Cráneo #183: Federico Dager C.

fede



 

Federico Dager C. (Ecuador)

Desde los quince, ha procesado lo que lo rodea a través de la poesía. Junto a sus mejores amigos formó parte del Colectivo Ronaldos en donde realizó fanzines de poemas, crónicas y collage. En el 2015, queda en segundo lugar dentro del primer concurso literario organizado por la ESPOL dentro del marco de la semana de las artes. Ha participado tanto en lecturas espontáneas como organizadas, entre esas las jornadas de poesía organizadas por el Casal Catalá, hotel El Manso y el centro cultural “Fiap Jean Monet”. En el 2017 se egresa como bachiller, recibiendo el reconocimiento “Eduardo Sola Franco” por gestión artística dentro y fuera de la institución. Planea estudiar Artes Visuales.

Escribe y experimenta en:  tibiezas.wordpress.com



Chatroulette

(Después de Franny Choi)

Trasnochada se queda derramada la baba

Producto de un deseo delirante que se pronuncia diáfano dictante;

hombres que se reducen a pulsiones que se reducen a un puñal.

queman, mis entrañas

estas exigen nuevas llagas por donde escapar

y yo solo les puedo dar arrogantes acrobacias que se pronuncian entre pixeles.

caigo endurecida entre la cósmica y cálida conexión.

Entre engranajes de pelos que recubren las manos

Y carne que se despelleja para quedar cada vez más blanca e irreconocible.

Yo, una ventana compuesta por polvo, plumas y poros.

desconozco telescopios pero veo dioses que se disgregan en las retinas ya vacías

Siempre el otro y su necesidad de pronunciar

(Dice que soy un demiurgo rodando ombligo abajo por un jardín de jacarandas secas, dice)

Siempre esta soledad y su necesidad de encontrar

devorar,

Aspirar a más y ante la ausencia del tacto

Vomitar

Un hipervínculo que te acerque a mí

Que perfore las pantallas

que congele un gesto lo suficientemente honesto para entrar y descansar en cualquier rincón que apañe el cuerpo

Veo trozos

Torzos

Regazos

Manos

Labios

Una galería lo suficientemente pobre como para ser mercado

Se arquean formando refugios lo suficientemente amplios e inflamados como para no solo ser habitados si no también profanados al ritmo de la pirexia y su pirotecnia,

gotean

Se desdoblan en gesto de sumisión; muestran sus ofrendas; vulnerables y bellas,  sinvergüenzas con frustrados exhibicionismos se anestesian

Y a los costados entre lo condecorado y lo embalsamado

Ancianos bien conservados acunando a niños decapitados

Y mientras el extraño tipea, el cementerio de mis teclas jadea

Recreo una espora inconclusa donde caben todos mis huesos, y dejo que las corrientes de la tan anunciada posmodernidad me diluyan hasta convertirme en algo fácil de tragar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Abulia

 

Llegó el viento de invierno  y hasta el

concreto

abraza en los días de abulia.

los que son hombres cruzan la vida hablando del próximo contrato

yo

bajo la mirada

y me topo con la piedra que me faltaba.

Preparan sus rostros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Persuasión

junto a un ceibo,

dándole la espalda al mar

recuestas tu cabeza sobre mi entrepierna de lechón

mientras Pizarnik en sus poemas se baja y se sube a la cruz

yo cuento tus dedos como si fueran clavos de porcelana

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

Etiquetas: , , , ,

Cráneo #182: Jorge Alejandro Vargas Prado

Jorge Alejandro Vargas Prado



Jorge Alejandro Vargas Prado (Cusco, Perú-1987) Licenciado en Literatura y lingüística por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Se dedica a escribir y a la música.

Mantiene un blog:  http://perrodenieve.tumblr.com/



Contemplación de un arco-iris de fuego mientras duerme

Muchacho,

si escribiera un poema sobre ti

se parecería al mar turquesa del Caribe

o al sintetizador que usa el dios católico para componer la canción experimental que suena a diario en los grandes edificios financieros

o a una montaña que ha recuperado su nieve

o al olor de tu camisa o de tus pies

o al agua tibia o al líquido amniótico

o a un accidente geográfico

o a un ángel con cuatro alas de diamante

o al tiempo que demoran tus testículos en rozar tus muslos cuando caminas

o a tu rostro mientras duermes

o a la nostalgia que provoca descubrir el triste secreto que esconde la música electrónica y que salvará al planeta

o a tu lengua buscando el clítoris de tu enamorada

o a mí escribiéndote esto desde una tina llena de agua caliente

o a mí viéndome el pene a mí mismo

o a mí viendo tu ombligo o el inicio de tus nalgas musculosas

un poema que se parezca a todo eso

pero que nunca, nunca, nunca se parezca al amor oficial de nuestra época.

Contemplación de una fruta luminosa

Subí a un taxi y le pedí con cariño al chofer que me lleve a la Plaza de Armas de Ayacucho.

En el trayecto observé a una anciana que es también mi abuela cargando en la espalda un charango como si fuera un robusto niño del ande. Observé a señoras hablar en quechua por sus smartphones con nuestros familiares que viven en el subsuelo o en la amazonía o flotando en naves espaciales fuera de la atmósfera. Observé mototaxis desplazándose y los confundí con una bandada de colibríes turquesa. Observé a varios perros de lana durmiendo como si no existiera hambre en este planeta azul.

Entonces, un semáforo detuvo nuestro taxi.

El chofer contempló el semáforo

extendió su brazo a través de la ventanilla

tomó la luz roja

y la transformó en una granada.

Abrió la fruta dentro del taxi para comérsela y cuando de la fruta se liberó una luz granate pude verle bien el rostro.

El joven chofer del taxi era un príncipe wari en BVD y shorts.

Era una constelación sobre el mar o un puma o la figura abstracta donde los waris veían una estrella.

Conteniendo mi sorpresa y mientras él ponía el taxi en marcha

y mientras él mordía la luminosa fruta granate

le hablé temblando.

Le pregunté por el clima

y me dijo que el clima de Ayacucho era caprichoso porque él mismo era caprichoso.

Le pregunté por las discotecas

y me dijo que en Ayacucho todos los días abren las discotecas porque todos los días él enciende la radio de su taxi y las hormigas viéndolo pasar le rinden homenaje disparando rayos láser hacia el sol.

Él era la cumbia

o un templo wari de piedra construido hasta las nubes.

Comprendí entonces, mientras lo escuchaba:

  • que el polen del mundo tiene el olor de sus axilas
  • que sus axilas tienen el olor del magma
  • que el olor de sus axilas hablaba el idioma de los pumas apareándose

Ya detenidos en la Plaza de Armas de Ayacucho vimos cómo una libélula de color calypso se detuvo frente al parabrisas, como un drone.

Ella desplegó la compuerta metálica de su boca y nos increpó en quechua diciendo:

¿cómo fue que en estas tierras trocose el reinado en vasallaje?

Callamos por 30 segundos.

Intentando expandir la compañía del príncipe wari acróbata en shorts y BVD

le pregunté sobre tours en su ciudad y me habló de la Pampa de la Quinua donde cientos de peruanos murieron luchando en la última batalla por nuestra independencia.

Luego habló brevemente del complejo arqueológico de su propio cuerpo.

Le agradecí por sus palabras y zurciéndome los labios con yauri y lana de vicuña, bajé del taxi.

Él no partió por un buen rato. Entonces vi cómo el taxi desplegaba la compuerta metálica de su boca y cantaba una cumbia y me invitaba a jugar fútbol y me decía: ven, sube de nuevo, que soy la bestia solar que dirige un príncipe wari.

Yo me solidifiqué porque soy tonto y le temo a la belleza.

Al comprobar mi parálisis, el taxi partió iluminado por la luz granate de la fruta, llevándose la gloriosa y triste historia del Perú lejos de mí.

 
Deja un comentario

Publicado por en abril 16, 2017 en Perú, Poetas de los 80's

 

Etiquetas: , ,

Cráneo #181: Alexander Ávila Álvarez

16706957_1729775597352088_2058665536_n



 

Alexander Ávila Álvarez (Quito, Ecuador, 1986)

Escritor y psicólogo. Poemas suyos han sido publicados en varias revistas, digitales e impresas, de Argentina, México y Ecuador. Consta en las antologías: Grito Insurgente (Viz-ca-cha, Editorial Independiente, Loja, 2016); Oniria Cia. Ltda. (Mecánica Giratoria, Cuenca, 2014); Apuntes sobre el Incendio (Ninacuro Cartonera, Cuenca, 2013). Reside en la ciudad de Macas. Colabora regularmente con artículos y textos de opinión para distintos periódicos y revistas de la región. Conduce el blog: Apuntes de un mal poeta (https://alexanderavila86.wordpress.com/).

 



 

 

Estoicismo 

es limarse los años en las arrugas
y seguir
hacia todos los puertos
pero a ninguna parte.

(¿O ser poeta?)

 

 

 

 

 

 

 

 

Asincronía de las formas

zigzag

atajo que perdió su mapa
en la esquina donde bifurca el viento

garabato

botella de whisky abandonada
sobre una cuerda rota de guitarra

línea recta

flecha descarriada
que conoció la hipocresía del arco

diagonal

cruce de viajeros sin equipaje
fóbicos al asfalto

círculo

orgasmo fragmentado
por la neurosis de la flacidez

espiral

la voz angustiada
de un sueño disecado

el poeta (.)

límite máximo del despecho
donde confluyen las formas
como síntoma evolutivo
de desintegración

 

 

 

 

 

 

 

 

Un organismo existe 

hasta que comienza a existir
pues la vida es el síntoma
que anuncia su muerte

(la nada es la isla
que alberga la eternidad)

 

Etiquetas: , ,

Honoris Cráneo #8: Héctor Hernández Montecinos

17238715_10155069441119420_1498441759_n



 

Héctor Hernándes Montecinos (Santiago, Chile, 1979)

Licenciado en Letras Hispánicas (P. Universidad Católica de Chile). Termina un Doctorado en Filosofía mención Estética y Teoría del Arte (Universidad de Chile) y otro en Literatura (P. Universidad Católica de Chile). De su proyecto total en tres partes, Arquitectura de la Mentalidad, que supera las dos mil páginas, dos ya han sido publicadas, La Divina Revelación (Ciudad de México: Aldus, 2011) y Debajo de la Lengua (Santiago: Cuarto Propio, 2° ed. 2014). A los 19 años recibió el Premio Mustakis a Jóvenes Talentos. A los 29, el Premio Pablo Neruda por su destacada trayectoria tanto en Chile como en el extranjero. Es el compilador de 4M3R1C4: Novísima poesía latinoamericana (Santiago: Ventana Abierta, 2010) y Halo: 19 poetas nacidos en los 90 (Santiago: J.C. Sáez editor, 2014). Ha aparecido recientemente en El Canon Abierto. Última poesía en español (Madrid: Visor, 2015) como uno de los 40 poetas “más relevantes de la lengua española nacidos después de 1970”.



 

 

Galicia 747

Tengo un itinerario de aves en este cuarto. No
veo más allá de las canciones
que entran por la ventana. No existe
nada aparte de hormigas y pasto afuera.
La soledad agudiza
los sentidos a niveles insospechados
pero también el sinsentido de las distancias y los recuerdos.

El tiempo pasa más rápido que el sol
sobre el techo de esta casa, huye
hacia otro pueblo de palabras entrecortadas: heridas,
sudor y a lo lejos el mar.

Nada se mueve sin mi mirada
eso pareciera decir el silencio en mi cabeza
pero no es tan así.
Precario es todo lo que pueda tirar
al punto de fuga de la invisibilidad.

No hubo amantes ni homicidios,
sin sangre siempre parece ser mediodía;
pocas visitas y fiestas frente al espejo
el paisaje sucumbe ante la atracción de las olas
que alguien sueña en el deseo.

Soy una cama en el suelo, una silla y una mesa plástica
y la vida es generosa.
La ropa se ensucia, los papeles acumulan tinta,
la piel en mí aburrida espera el veneno.

Acá la rotación y la traslación parecen no existir
más que para mosquitos y zancudos
que cantan a los átomos de que se alimentan.
Dentro mío otros pueblos han hecho panal,
en lo hondo y oscuro que es uno consigo mismo
estrangulado por el eterno retorno.

La austeridad es un enigma
que de tan pulsión
no se puede explicar en estas fronteras.

Estoy despierto a estas horas y hace frío,
el cuerpo no basta, se rompe
busca una ruta pero todo se aleja.
Nadie más vive en estas calles. Se fueron.
Quedan sus nombres que son nombres de ciudades:
Ruinas. Ruinas. Ruinas.
Ningún dios está dentro de nada.

El océano y la música se siguen oyendo
y ninguno de los dos existe. Tarareo con ellos
lo impecable del espejismo en el cual
alguien se tiende junto a mí.
Retengo mi semen en la mano
para que no sea el último en dejarme esta noche.

Creo que desamparo es la palabra,
desamparo y rencor.

Villa de Álvarez, 6 de febrero, 2013

 

 

 

 

 

 

El Fin

I

El color de los cuerpos
que caen juntos
en una misma cama
como si la trampa
hubiese estado dispuesta
hace años
en esos granitos de arena
en los ojos de los ojos
en una playa en el sol
en unas rocas en la luna
o las nubes de una galaxia
girando a todo calor
debajo de la piel.

Esta piel.

El color de los cuerpos
que se desean
bajo una misma noche
en un secreto
que de tan secreto
es una nueva luz
pero a la vez
una nueva oscuridad
entre otras piernas
que caminan hacia acá
entre las sombras
de una ciudad en ti.

Esta ciudad

Ése es el secreto.

Ése es el límite
de tu aproximación
y mi caída.

Es la pregunta
de si mañana
amaneceremos juntos
en un mundo sin mañana.

 

II

Te observas en el mar
como si fueras a lo lejos
el horizonte chiquito
de tus ojos
que rehúyen su propio reflejo
su propia luz
su propio anochecer.

Los barcos dices amar
y esos barcos eres tú
siguiendo la línea
que dejan las estrellas
sobre su desaparición.

Cada nuevo detalle del cosmos
lo haces tuyo
y lo ofreces sin palabras
a un dios
que también es mi dios
pero del cual desconocemos
sus colores
su saliva
su luz profunda y su pena.

Un dios sin amanecer
como esta brisa
que rasguña mis labios
con la sal
en que se han convertido
los muertos
de este deseo.

Las olas rompen en ti
como los años en mi cabeza
como las noches que pasan
entre nosotros
y no nos ven
en el vértigo de verte durmiendo
en el fondo de los corales
que no me dejan respirar
la vergüenza.

Sangro de a poco
sobre este cuaderno
me enfrío de blanco las manos.

Las estrellas allá
huelen a piel y sal.

Todo lo que es polvo
acabará esta noche
en mí.

 

III

Alejas cada rincón
cada meteoro
entre tu cielo y el mío
huyes del monstruo
y del fondo del mar
que ves en mí
cuando te ves al espejo.

Nos reflejamos
y no sabemos qué hacer.

Deseo y miedo
es un mismo dios.

Una misma caverna
y una misma isla.

Uno que muere cada día
cada noche
en cada naufragio.

La renuncia es otro placer
uno para desconocerse
en medio
de las ráfagas de muerte
que la historia trae consigo
sobre la geografía.

 

IV

Desbordas luz y no te das cuenta
quieres enterrar tu corazón
en el fondo del bosque
donde vives tú
entre los árboles
que le roban el terciopelo
a las constelaciones.

Te asesinas cada noche
y tus ojos aparecen detrás
de esas montañas al amanecer.

No son montañas
es el porvenir
de tus manos.

Estás dentro de mi nombre
y eres yo mismo en el futuro.

El amor sólo es posible
entre cadáveres.

Lo sabemos.

Pocos metros quedan
para que pasemos juntos
una eternidad
una eternidad
hasta la estrella de la mañana.

 

V (epílogo)

Amaneció
y la noche cósmica
ya no es más.

Ciertamente un cadáver
se despide de mí
el mismo que se frotó en mis ojos
cuando en un momento pensé
que el mundo entero era un momento.

El nuestro.

Ya no es más.

Todo ha desaparecido
con el óxido de un mar de acero.

Todo ha desaparecido
y alguien sonríe en otro país.

Ése era el secreto.

Todos los sabían menos yo.

Santiago, 21 de febrero, 2015

 
Deja un comentario

Publicado por en marzo 22, 2017 en Chile, Honoris Cráneo

 

Etiquetas: , ,

Cráneo #180: Giovanni Rodríguez

 

FullSizeRender



 

Giovanni Rodríguez (San Luis, Honduras, 1980)

Estudió Literatura en la UNAH-VS, en donde imparte clases de literatura hondureña, centroamericana y latinoamericana. Ha publicado los libros de poesía Morir todavía (2005), Las horas bajas (2007) y Melancolía inútil (2012), la novela Ficción hereje para lectores castos (2009), los ensayos de Café & Literatura (2012) y los cuentos de La caída del mundo (2015). Obtuvo en 2006 el Premio Hispanoamericano Juegos Florales de Quetzaltenango, Guatemala, el 1er. Lugar del Certamen de Poesía La Voz + Joven, de Madrid, España en 2008, el Premio del I Certamen Hispanoamericano de Cuento Ciudad Ceiba 2014 y el Premio Centroamericano y del Caribe de Novela “Roberto Castillo” 2016 con la novela Los días y los muertos. En 2010 participó, en representación de Honduras, en el Festival Internacional de Poesía de Granada, España.

 



 

Azul con fondo gris

Yo te consagro Dios, porque amas tanto,
porque jamás sonríes, porque siempre
debe dolerte mucho el corazón.

C. Vallejo

De lejos,
luz hostil,
ociosa luz,
antigua luz,
viene de lejos a dejarnos una piedra en la mirada.
Pesada sombra llora gota a gota
y sombra es
y luz
y noche entera.

Tiene la garganta el hábito del fuego,
instante de pájaros violentos
que vuelan
contra la calma de los días aciagos;
pero algo vuelve,
vuelve,
hecho ceniza,
al margen de este día.

Sangre añeja de las venas ebrias,
todavía se revuelve en el pecho
como un animal ebrio y malherido.
La sangre viste el color de los atardeceres
y se llenan de espinas los caminos.

Lejos,
más lejos que esta sensación de lejanía,
de distancias borradas,
alguien niega su propia transparencia.
Aquí, al fondo,
bajo esta gloria de espuma que es la música celeste,
su voz no es más que una burbuja,
un balbuceo,
un agua que se rompe.

Soy Adán,
un hijo de su hijo una y mil veces,
tengo en mi boca el jugo de la fruta prohibida;

soy Caín,
el que inventó el rencor sobre la tierra.
He matado en él mi último fruto
y el agua de la culpa ya no cae de los ojos.

Se nos apaga, él, se nos apaga
con la muerte del sueño de los hombres.
No vuelva más.
Vuelva a su cielo,
a sus cómodas nubes
y sea lluvia
o la exacta brisa que remueve las hojas.

Aquí nacimos,
en medio de la hierba,
del olor a tierra,
en medio de otros huesos hechos polvo.
Aquí hemos de crecer,
como los días,
a la altura del sol,
todos los días.
Aquí el instante es para siempre,
hasta morir,
hasta no ser más que una sombra
o un suspiro,
un último latido en medio de los besos.

Niegue su oído al sonido traicionero
de este viejo corazón envilecido.
No exista más;
aquí su nombre es sólo el murmullo de unos labios.
Bastan los días que nos hacen amar,
odiar,
rendirnos a unos labios
o declararle la muerte a nuestros propios ojos.
No exista más,
corte los hilos
y sople de una vez aliento a estas viejas marionetas.
Alguna vez
esa vieja corona doblará sus espinas
para no decir sangre;
entonces,
cada hombre
empezará a fundar sus propias cicatrices.

 

 

 

 

 

 

 

 

Yo soy el que soy
Acojo tempestades en mi boca de sed y arena oscura, gritos para el silencio de mi esqueleto
enmudecido.
Camino sobre filosas piedras cuando es preciso andar sobre las aguas.
Soy eso que se busca o se persigue con el dorso de una mano.
Soy el mal, el fraterno mal: el afán innombrable, el eros sangriento que la razón evade.
Desde uno de mis ojos mira el odio y en el otro exhibe el fuego su locura.
Vengan la furia, el celo, la dulce amargura de unos labios malditos; hay que amar fieramente en estas noches de tedio.
Que no cesen la sangre y su ira latente, aún si el tiempo es obra de unos dioses dormidos; en mis manos violentas se deshacen los cuerpos y vuelven a crecer con nuevos corazones.
Soy el mal, el fraterno mal; ¿quién en la hora adversa me persigue?, ¿quién se arrastra y me nombra con lengua lisonjera?
Escupo las palabras, salta mortalmente el odio de mi boca.
Soy el mal, el fraterno mal, la mitad aborrecible, tu mitad prohibida.

 

 

 

 

 

 

 

 

Ser / No ser

Ser poeta.
Ser poeta y esperar, tener esperanza aún, tenerla siempre.
Ser poeta y amar con increíble fuerza las cosas más pequeñas.
Decir así, siendo poeta, que la vida es inventario de instantes dolorosos, recuento de pasiones no correspondidas, de tragedias sin fin, de incertidumbres, y aún así, siendo poeta, sonreír amablemente porque es hermosa la vida…
Alojar en el pecho todas las desdichas, los golpes cotidianos, las infamias ajenas; robustecer de esa manera el corazón; acumular ternura, amor, cariño, etcétera.
En resumen, ser infinitamente triste, melancólico, un hombre sin fortuna.
Ser poeta y hablarle al mundo connotativamente.
Asumir que uno no es uno sino todos.
Dedicarse por entero a la poesía, a transformar la lluvia en llanto, el aire en breves caricias de la tarde, el más prosaico acto de la vida en una imagen poética.
Todo eso, sí, es ser poeta, según los cánones de la alta academia del espíritu, pero yo he decidido ya no serlo, si alguna vez lo fui, si alguna vez creí ser Dios, como en ese poema cursi de Huidobro.
Mejor no ser poeta.
Ser sólo un hombre común que silba mientras anda.
No tener esperanza porque es mucha esperanza para tan poca vida.
No ser poeta y amar apenas las cosas necesarias.
No pronunciar jamás palabras tristes o cursis o sacadas de un libro de autoayuda, ni sonreír
con estoicismo ante el desastre, ni intentar ver lucecitas al final del largo y tenebroso túnel de la vida.
Mejor no decir nada, cerrar la boca, o abrirla sólo para las cosas serias o infinitamente divertidas.
Y desterrar del pecho la melancolía.
No ser poeta y hablarle al mundo denotativamente.
Saber que yo soy yo, no pretender ser tanto ni tantos ni ninguno; a un hombre le basta su propia mísera existencia.
Dedicarse a otra cosa: a practicar el amor del cuerpo a cuerpo, el tiro al blanco, dedicarse al sano aprendizaje de decir “yo quiero una cerveza” en el idioma de Kafka.
Aficionarse al fútbol y a la novela negra o de aventuras, aprender a bailar salsa para no aburrirse el día de la fiesta.
Todas ellas, cosas muchísimo más interesantes y sensatas que escribirle poemitas a las musas.

 

 
 

Etiquetas: , ,

Cráneo #179: Paco Granados González

15050196_352491905105763_1699806088_n



 

Paco Granados González (Huehuetenango, Guatemala, 1992)

Estudiante de Antropología Social. Forma parte de la antología Poesía Abstracta (Patológica editores), participó en la séptima edición del Proyecto posh (2014) en la rama de literatura.



II.

ahora recuerdo que cuando era niño
me contaban una historia
la de un hombre que salió una noche
a un bosque
a suicidarse
ahora sueño que camino por el bosque
y me topo con el cuerpo colgado y exánime
despierto eyaculando

 

 

 

 

 

XIII.

mi sueño siempre fue
ser el asesino de moda
sigo sin lograrlo
he perdido mucho tiempo
actuando como el personaje menos sospechoso.

 

 

 

 

 

XVII.

mi cerebro abandona mi cráneo
buscando un cadáver menos aburrido
al fin me quedo
como aprendiz de náufrago
acariciando la luz de mis terminaciones nerviosas
luz patógena
estar de acuerdo con la indiferencia
abluciones y epilepsia
ser el gordo que arruina la foto
sentirse maldito
recuperar el cerebro con un par de perforaciones.

 

Etiquetas: , ,