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Cráneo #93: Irati Iturritza Errea

29 Feb

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Irati Iturritza Errea (Pamplona, España, 1997)

No nació de ninguna boca, a pesar de dedicarse a gestar bocas y voces que la reinventan cada día. Ha tenido la suerte de poder participar en algunos proyectos bonitos, como las antologías Orillas, Ultravioleta y Anónimos 2.3, la colección de relatos Itzulerak: barne bidaiak o el fanzine El ñu circense. Le gusta leer, escribir, quejarse y hacer galletas.



 

***

He inventado un lenguaje anterior a la náusea
y ahora digo
soy el nudo rompiéndose soy
un animal que finge estar enfermo
todos los animales
todos los enfermos
y no escribo
no tengo miedo
no recuerdo lo que no he vivido
no pienso en ninguna mano
no tengo manos
no escribo

He inventado un lenguaje anterior a mi nombre
he escrito un poema para decir manos, nudo,
náusea, animal,
enfermo
he dicho miedo miedo miedo

El miedo sólo existe si no puedo nombrarlo

***

“Hay en mí animales en bruto que se extinguen con cada explicación”

Natalia Litvinova

 

Un día decido volver a nacer de mi boca. Una vez fuera, afirmo que yo no nací de ninguna boca, pero que a veces soy un pájaro que no logra ver sus alas y otras veces un perro que ladra a escondidas y dice ser un pájaro que no logra ver sus alas. Yo no nací de ninguna boca, pero sí es cierto que alguien se revuelve aquí dentro y trata de correr en todos los sentidos al mismo tiempo. Corre hasta que mi cuerpo decide romperse en mil pedazos. Voy pegando todas las piezas y paro cuando me doy cuenta de que un cuerpo no puede decidir romperse en mil pedazos. Vuelvo a correr en todos los sentidos obligándome a mantenerme unida. Mientras corro, oigo cómo alguien dice mi nombre, pero yo no me llamo y  estoy formada por miles de manos. Las miles de manos miran las huellas que dejan mis dedos en la mesa de la cocina, siguiendo el compás de un piano que nadie toca. Pienso que no escribo un poema, sino una película de terror, pero luego lo niego: ni esto es una película de terror, ni un cuerpo puede decidir romperse en mil pedazos, ni yo nací de ninguna boca. Pero sí es cierto que hay en mí animales en bruto que se extinguen con cada explicación, y sí es cierto que a veces se atacan los unos a los otros.

Mientras ocurre la masacre, me siento en primera fila y observo. Hacia el final, mi oreja derecha, que también podría ser un ciervo llorando en mitad de la noche, se acerca y me recuerda que el ancla es un estado transitorio. Cuando todo termina, aplaudo.

Espero en la sala hasta que el espectáculo vuelve a comenzar.

***

Llenarse la boca de mar para ocultar la sal previa

Fingir que antes no dolían estos ojos
tras cada luz tras cada
imagen
inconexa
fingir que nada existía
antes del agua

Renombrar así la sed y todas las miradas

 
 

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